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El papa concluye su visita histórica a Irak con misa ante miles de fieles

El papa comenzó la misa en latín, con la capa pluvial morada en la espalda y el solideo blanco en la cabeza, ante una asamblea silenciosa y recogida en el último día de su visita a Irak, la primera de un papa en ese país.

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El papa Francisco concluyó su histórica visita a Irak este domingo con una misa ante miles de fieles en el norte asolado por los yihadistas, llamando a los cristianos a «no desanimarse».

Tras rezar por las «víctimas de la guerra» en los escombros de Mosul, la antigua «capital» del Estado Islámico (EI), el papa celebró la mayor misa de su viaje, bajo estrictas medidas de seguridad.

«Irak siempre estará conmigo, en mi corazón», dijo el papa al concluir la ceremonia en Erbil, en el Kurdistán iraquí.

Antes de bendecir en árabe, Francisco afirmó frente a la multitud que «he oído voces de dolor y de angustia, pero también voces de esperanza y de consuelo».

El papa comenzó la misa en latín, con la capa pluvial morada en la espalda y el solideo blanco en la cabeza, ante una asamblea silenciosa y recogida en el último día de su visita a Irak, la primera de un papa en ese país.

Los guardaespaldas y las fuerzas de seguridad estuvieron este domingo en alerta, como desde la llegada del papa el viernes, para esta misa en el estadio Hariri, que lleva el nombre de un político cristiano asesinado hace 20 años.

Pero el domingo consiguió acercarse a la multitud, primero en Mosul, donde deploró el exilio de los cristianos orientales desde un estrado construido en medio de las ruinas, a falta de iglesia que siga en pie.

Luego, en Qaraqosh, un lugar de mártires cristianos a medio camino entre Mosul y Erbil, el pontífice llamó a una emotiva multitud a «reconstruir» y a «no desanimarse». El número de cristianos ha pasado en 20 años del 6% al 1% de la población en Irak.

Si el papa viaja bajo alta protección en un país donde aún se esconden células yihadistas clandestinas, también tiene que lidiar con el covid-19 para su primer viaje en 15 meses. 

El papa y todos los periodistas y clérigos que le acompañaron fueron vacunados antes de su partida pero ninguno de los fieles en el estadio lo fue. 

Hasta ahora han llegado a Irak 50.000 dosis de la vacuna y solo los médicos han podido recibirla.

«Es un viaje especial también en vista de las condiciones de salud y seguridad», dijo Matteo Bruni, el portavoz del Vaticano.

Pero se trata de «un gesto de amor a esta tierra y a este pueblo» que Francisco ha querido visitar desde la irrupción del EI en 2014 en Irak, y «cualquier gesto de amor es siempre un poco extremo». 

Antes de ir al norte del país, el pontífice viajó el sábado a Nayaf, ciudad santa musulmana chiíta en el sur, para reunirse con el gran Ayatolá Ali Sistani. 

Éste le dijo que trabajaba para que los cristianos de Irak vivieran en «paz», en «seguridad» y con «todos sus derechos constitucionales». 

Muchos cristianos siguen siendo reacios a regresar a su país de forma permanente. 

Cuando en 2014 el Estado Islámico tomó la llanura de Nínive, decenas de miles de personas huyeron y ahora son pocos los que confían en las fuerzas de seguridad que entonces les abandonaron, dicen. 

Hoy, muchos aseguran que viven con miedo a los paramilitares, integrados en el Estado y que tomaron el relevo de los yihadistas.